Gil Manzano decanta la eliminatoria en 45 minutos


La crónica que vais a leer a continuación no pasará a los libros de historia del periodismo y sin duda, no obtendré el Pulitzer por ella, pero a mi forma de verlo, el partido de ayer, no merece más. En las próximas líneas, no calificaré al señor Gil Manzano, árbitro del encuentro, de ladrón, ya que para robar, es necesaria la premeditación. El colegiado que salto ayer al césped del Calderón no actuó de mala fe (o al menos, eso quiero pensar), sencillamente, es un incompetente. Un niño de párvulos hubiera acertado más con el simple uso de su intuición.

El Atlético comenzó el choque del mismo modo que en el Bernabéu, con una línea de presión muy adelantada y un Fernando Torres inspirado, que adelantó a los suyos a los 40 segundos de partido. Mascherano despejó sin demasiado acierto, Siqueira cortó el esférico y este le cayó al Niño, que con mucha clase, recortó al central argentino y definió con maestría cruzando el balón al palo largo. Primer minuto de partido y la eliminatoria ya estaba igualada, pero ocho minutos después, Neymar ponía el empate tras una sucesión de errores rojiblancos en el posicionamiento.
El conjunto colchonero, lejos de rendirse, siguió peleando y en el minuto 30 ‘compró’ un penalti. Y digo ‘compró’, porque lo pagó, y con intereses minutos después. Gran jugada de Juanfran por banda derecha y Mascherano que le obstruye a escasos centímetros del área. Gil Manzano comienza su show y señala la pena máxima. Raúl García lo transforma y el Atleti, que volvía a estar a un sólo tanto de la gesta. Pero de nuevo, un error de bulto, en este caso individualizado en la figura de Miranda, provocaba de nuevo el empate. Córner botado por el Barcelona en el 38, Luis Suárez, que prolonga el balón y Miranda, que en su intento de despeje, acaba impulsando el cuero a la red.
El empate supuso un golpe duro, pero los rojiblancos no bajaron los brazos, al igual que Jordi Alba, que evitó un gol cantado de Griezmann interceptándolo con el brazo y el colegiado, lejos de pitar penalti, dejó seguir y el conjunto azulgrana inició la contra, que terminó finiquitando Neymar con el 2-3. Gil Manzano no destaca por su maestría con el silbato, pero desde luego, como comerciante no tiene rival. Concedió un penalti inexistente al Atleti, pero se lo cobró a precio de oro. De esta forma se llegó al descanso, pero al del pito todavía le quedaba su gran obra. Cuando los jugadores ya se encontraban en el túnel de vestuarios, Gabi espetó reiteradamente que la acción que desencadenó el último tanto azulgrana, debía haberse resuelto con penalti y expulsión de Jordi Alba por evitar un gol con la mano. El árbitro lo escuchó, y ‘lógicamente’, no tuvo más remedio que expulsar al capitán colchonero.
Quedaban 45 minutos por delante, pero el partido ya había terminado. O mejor dicho, Gil Manzano se lo había cargado. La segunda parte sólo sirvió para que Arda Turan perdiera los nervios y lanzara su bota contra el linier en un claro gesto de desesperación, para que Neymar diera una lección de ‘saber ganar’ y para que Mario Suárez fuera expulsado por doble amarilla. No merece la pena que me extienda ni una línea más en esta crónica. Enhorabuena al Barcelona.

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